El desafío de la pesca artesanal en Galápagos: Crisis económica y amenazas al sector

Altos costos, mercados reducidos y políticas restrictivas afectan gravemente a los pescadores artesanales de la Reserva Marina de Galápagos.

La pesca artesanal en Galápagos, una de las principales actividades económicas de la región, enfrenta una grave crisis. Las condiciones adversas, como los altos costos de combustible, la falta de subsidios y las limitaciones impuestas por el control estatal, están empujando al sector pesquero hacia la precariedad. Carlos Manuel Patiño Montaño, presidente de la Cooperativa de Producción Pesquera Artesanal Galápagos (COPROPAG), expone la difícil situación de los pescadores y las posibles consecuencias para la economía local y la sostenibilidad del archipiélago.

Carlos Manuel Patiño Montaño, presidente de COPROPAG

La Reserva Marina de Galápagos, conocida mundialmente por su rica biodiversidad, es también el escenario de una lucha silenciosa. Carlos Manuel Patiño Montaño, presidente de COPROPAG, denuncia una serie de problemas estructurales que afectan a los pescadores artesanales de la zona. “La pesca artesanal es nuestra fuente de vida, pero enfrentamos obstáculos que no solo perjudican nuestra economía, sino también nuestra capacidad de mantener una pesca sostenible”, señala Patiño.

Uno de los principales problemas mencionados es el alto costo del combustible. Mientras que los pescadores del continente ecuatoriano gozan de subsidios, en Galápagos el precio del galón de gasolina alcanza los $3.30, un costo insostenible para la mayoría de los pescadores. “Nuestros colegas en el continente pagan menos, lo que les permite operar con más rentabilidad. Aquí, la inversión inicial es tan alta que muchas veces los ingresos no cubren los costos de operación”, lamenta.

Además de los altos costos del combustible, los pescadores artesanales deben enfrentarse a otros gastos elevados, como la compra de hielo y aceites, esenciales para las faenas de pesca. “Navegamos largas distancias para llegar a las zonas de pesca, lo que incrementa nuestros costos. Sin subsidios, es casi imposible mantenernos a flote”, añade.

Carlos Manuel Patiño Montaño, presidente de COPROPAG

El sector pesquero también se enfrenta a un mercado reducido. Según Patiño, la principal demanda proviene del turismo, una actividad que ha estado en declive en los últimos tiempos. “Cuando regresamos de nuestras faenas, el mercado local no puede absorber toda nuestra producción. Esto nos obliga a vender nuestro pescado a precios más bajos y en ocasiones a crédito, lo que deteriora aún más nuestra economía”, explica.

Patiño subraya que la pesca artesanal es una actividad clave para la sostenibilidad de la Reserva Marina de Galápagos. “Nosotros, los pescadores, somos los mejores conservacionistas. Sabemos que si agotamos los recursos, no tendremos qué pescar mañana. Pero las políticas actuales del gobierno nos están ahogando”, declara con frustración.

Una de las quejas más graves es la falta de participación del sector pesquero en la toma de decisiones sobre la administración de la reserva. “Desde que se creó la Reserva Marina hace 26 años, hemos estado en constante diálogo con el Estado, pero no nos escuchan. Las decisiones se toman desde Quito, por personas que nunca han sentido el agua salada. Nosotros conocemos mejor que nadie la realidad del mar, pero nuestras voces no son tomadas en cuenta”, señala Patiño.

Otro tema de preocupación es la competencia desleal con las flotas pesqueras extranjeras que operan fuera de los límites de la reserva. “Los recursos pesqueros son migratorios; hoy están en Galápagos y mañana en aguas internacionales, donde las grandes flotas los capturan sin restricciones. Esto afecta directamente a nuestra capacidad de pesca y a la sostenibilidad de los recursos”, explica Patiño.

Esta situación plantea una amenaza a la soberanía alimentaria de la región y al bienestar de las familias que dependen de la pesca. “Si el gobierno no toma medidas pronto, los pescadores artesanales de Galápagos estaremos condenados a desaparecer”, advierte.

Con 26 años de intentos fallidos por parte de los pescadores artesanales de ser escuchados, el futuro del sector se presenta sombrío. Las políticas actuales, en lugar de apoyar a los pescadores, parecen estar encaminadas a reducir su acceso a las zonas de pesca en favor de la industria turística. “Nos están acorralando. Nos quitan áreas de pesca, nos suben los costos de operación, y no nos dan alternativas viables”, denuncia Patiño.

La posible solución, según Patiño, no reside en aumentar los costos o restringir aún más la pesca, sino en fomentar un manejo más inclusivo y sostenible que considere a los pescadores como actores clave en la conservación de los recursos marinos. “Nosotros conocemos el mar mejor que nadie, y somos los primeros en querer protegerlo. Pero sin un cambio en las políticas, la pesca artesanal en Galápagos no sobrevivirá”, concluye.

Fuente: PORTADAS | prensa.ec

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