La nueva medida presidencial modifica tasas para la UE, países aliados y socios que no han negociado acuerdos.
El presidente de Estados Unidos, Donald J. Trump, emitió el 31 de julio de 2025 una orden ejecutiva para modificar los aranceles recíprocos impuestos a bienes de múltiples socios comerciales. La decisión, basada en una emergencia nacional declarada en abril por el déficit comercial, busca presionar a países que no han alineado sus políticas comerciales y de seguridad con Washington, mientras ofrece ajustes para socios que avanzan en negociaciones. La medida entrará en vigor una semana después de su publicación, con efectos diferidos para mercancías en tránsito.

La nueva orden ejecutiva, titulada Further Modifying the Reciprocal Tariff Rates, se fundamenta en la emergencia nacional declarada en abril de 2025 mediante la Orden Ejecutiva 14257. En ese momento, el gobierno estadounidense determinó que el déficit comercial persistente representaba una “amenaza extraordinaria” a la seguridad nacional y la economía. Bajo esta justificación, se invocaron leyes como la International Emergency Economic Powers Act (IEEPA) y el Trade Act of 1974 para imponer aranceles adicionales.
Desde entonces, el gobierno ha revisado información sobre barreras comerciales, relaciones diplomáticas y avances en negociaciones. La orden del 31 de julio refleja una estrategia diferenciada: endurecer el trato a países que no han cooperado, mientras se flexibiliza para aquellos que están cerca de cerrar acuerdos de comercio y seguridad con EE.UU.
La medida establece una estructura compleja de tasas arancelarias ajustadas según el grado de cooperación de cada socio comercial. Los países no listados en el Anexo I de la orden enfrentarán un arancel adicional del 10%. Este grupo incluye a naciones que no han iniciado negociaciones o cuyas propuestas se consideran insuficientes.

Entre los casos más destacados está la Unión Europea, cuyo tratamiento es específico: si el arancel base (Column 1 Duty Rate) de un producto es inferior al 15%, se aplicará un arancel adicional hasta alcanzar ese umbral. Si ya es igual o superior al 15%, no se impondrá arancel extra. Esta regla busca, según el texto oficial, lograr reciprocidad en el acceso a mercados.
Otros países enfrentan tasas más altas. Por ejemplo, Siria y Myanmar (Birmania) recibirán un arancel del 41% y 40% respectivamente, mientras que Suiza, Libia y Serbia superan el 30%. En contraste, socios como el Reino Unido y Brasil tendrán una tasa del 10%, lo que sugiere un avance en sus relaciones comerciales con Washington.
La orden también endurece las sanciones contra el tránsito de mercancías destinado a evadir aranceles. Las autoridades aduaneras (CBP) podrán imponer una tasa del 40% adicional a productos identificados como transbordados con fines de evasión, además de multas y cargos aplicables. Cada seis meses, los departamentos de Comercio y Seguridad Nacional publicarán una lista de países y fábricas involucradas en estas prácticas, con fines de vigilancia comercial y de seguridad nacional.
Además, se encarga al Departamento de Comercio y al Representante de Comercio de EE.UU. monitorear constantemente la efectividad de la medida y recomendar acciones futuras. Esto incluye posibles respuestas si socios comerciales toman represalias contra Estados Unidos.
La implementación quedará a cargo de múltiples agencias, incluyendo Comercio, Seguridad Nacional y Aduanas. Se autoriza la modificación temporal de regulaciones y la publicación de ajustes en el Federal Register. La orden no afecta una medida previa sobre China, emitida en mayo de 2025, lo que indica una política comercial segmentada por región y aliado.
Aunque la orden evita crear derechos legales para terceros, su impacto económico podría ser significativo, especialmente en sectores sensibles como automotriz, agrícola y tecnológico. Expertos en comercio internacional han señalado que el uso continuo de estados de emergencia para imponer aranceles podría tensionar aún más el sistema comercial global.
La actualización de los aranceles refleja una política exterior comercial cada vez más condicionada a alineamientos estratégicos. Más allá de corregir desequilibrios, la medida busca reconfigurar alianzas económicas en un entorno geopolítico fragmentado. Su efectividad dependerá no solo de la respuesta de los socios comerciales, sino de su impacto en los consumidores y empresas estadounidenses.
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