El Vaticano aclara que María es “Madre del Pueblo Fiel”, no “Corredentora”

Una nueva nota doctrinal del Dicasterio para la Doctrina de la Fe reafirma el rol mariano subordinado a la mediación única de Cristo y desaconseja títulos teológicamente ambiguos.

El Vaticano aclara que María es “Madre del Pueblo Fiel”, no “Corredentora”

El Vaticano publicó el 4 de noviembre de 2025 la nota doctrinal Mater Populi Fidelis, en la que el Dicasterio para la Doctrina de la Fe —con la aprobación del papa León XIV— reafirma que la Virgen María debe ser venerada como “Madre del Pueblo Fiel”, pero rechaza el uso del título “Corredentora” por considerarlo teológicamente inapropiado, confuso y potencialmente perjudicial para la fe cristiana.

Un documento para corregir malentendidos devocionales

La nota doctrinal Mater Populi Fidelis surge en respuesta a décadas de consultas, propuestas y movimientos marianos —algunos de ellos activos en redes sociales— que han impulsado títulos como “Corredentora” o “Mediadora de todas las gracias” con pretensiones dogmáticas. El documento, firmado por el cardenal Víctor Manuel Fernández y monseñor Armando Matteo, busca reequilibrar la devoción mariana a la luz de la Sagrada Escritura, la tradición patrística y el magisterio reciente, especialmente el del Concilio Vaticano II.

Según el texto, aunque ciertos títulos marianos pueden tener “expresiones poéticas valiosas”, su uso indiscriminado corre el riesgo de oscurecer la centralidad de Jesucristo como único Redentor y Mediador entre Dios y los hombres. El Vaticano subraya que “cuando una expresión requiere muchas y constantes explicaciones para evitar desviaciones, no presta un servicio a la fe del Pueblo de Dios”.

El Vaticano aclara que María es “Madre del Pueblo Fiel”, no “Corredentora”

¿Por qué “Corredentora” es inapropiado?

El título “Corredentora” ha circulado desde el siglo XV, especialmente en contextos devocionales populares. Algunos papas del siglo XX lo usaron ocasionalmente, pero siempre con matices limitados: bien en relación con la maternidad divina de María, o bien en su unión al sacrificio de Cristo en la cruz.

Sin embargo, el Concilio Vaticano II decidió no incluirlo en su enseñanza por “razones dogmáticas, pastorales y ecuménicas”. Juan Pablo II lo empleó al menos siete veces, pero después de 1996 —cuando el entonces cardenal Joseph Ratzinger (futuro Benedicto XVI) se opuso a una posible definición dogmática— su uso cesó en el magisterio oficial.

La nota doctrinal cita textualmente a Ratzinger: “La palabra ‘Corredentora’ se aleja demasiado del lenguaje de las Escrituras y de la patrística y, por tanto, provoca malentendidos”. El documento añade que el papa Francisco ha reiterado en al menos tres ocasiones su rechazo, afirmando que “María jamás quiso para sí tomar algo de su Hijo. Jamás se presentó como co-redentora. No, discípula”.

El argumento central es teológico: la obra redentora de Cristo es perfecta, suficiente e intransferible. Atribuir a María un rol paralelo, aunque sea con intenciones piadosas, “genera confusión y un desequilibrio en la armonía de verdades de la fe cristiana”.

María como “Madre del Pueblo Fiel”: un título bíblico y eclesial

En contraste, la nota exalta títulos sólidamente fundamentados en la Biblia y la tradición, como “Madre de los creyentes”, “Madre espiritual” y, especialmente, “Madre del Pueblo Fiel” (Mater Populi Fidelis). Este título se basa en el relato del Evangelio de Juan (19,25-27), donde Jesús, desde la cruz, entrega a su madre al discípulo amado con las palabras: “He ahí a tu madre”.

Este gesto, según el documento, no es simbólico ni accidental, sino parte integral del “cumplimiento” de la obra salvífica. La maternidad espiritual de María se extiende a todos los bautizados y se ejerce como intercesión maternal, cercanía y protección, nunca como mediación sustitutiva.

El Vaticano insiste: “La función materna de María de ninguna manera disminuye o hace sombra a la única mediación de Cristo, sino que manifiesta su eficacia”. Además, advierte contra visiones que presentan a María como un “pararrayos” ante la justicia divina, como si la misericordia de Dios fuera insuficiente sin su intervención.

¿Qué pasa con “Mediadora de todas las gracias”?

El documento también aborda con cautela el título “Mediadora de todas las gracias”. Aunque reconoce que puede tener un sentido devocional aceptable —especialmente cuando se refiere a la intercesión maternal de María en momentos concretos—, subraya que ninguna criatura humana puede ser dispensadora universal de la gracia.

La gracia santificante —el don de la vida divina— proviene exclusivamente de Dios y se comunica a través de la humanidad de Cristo. María, aunque “llena de gracia”, también fue redimida por su Hijo. Por tanto, no pudo “mediar” la gracia que ella misma recibió. El texto concluye: “Ella, la primera redimida, no puede haber sido mediadora de la gracia recibida por ella misma”.

En este sentido, el Vaticano promueve una comprensión “dispositiva” del rol mariano: María no otorga la gracia, pero intercede y dispone los corazones para recibirla. Su acción es pedagógica, afectiva y espiritual, no causal.

Un llamado a la devoción auténtica y bíblica

La nota no busca reprimir la piedad popular, sino purificarla. Al contrario, el documento elogia la devoción mariana como “un tesoro de la Iglesia” y destaca cómo los pobres “encuentran la ternura y el amor de Dios en el rostro de María”.

Pero advierte que algunos movimientos contemporáneos, a menudo activos en redes sociales, proponen reinterpretaciones que “despiertan dudas en los fieles más sencillos” y que carecen de fundamento en la Revelación. Por eso, el Vaticano apela a los pastores a “evitar cualquier instrumentación política o ideológica” de la figura de María.

Citando la Conferencia de Aparecida (2007), el documento cierra con una imagen poderosa: en los santuarios marianos, “el amor se detiene, contempla el misterio, lo disfruta en silencio”. La verdadera devoción no añade títulos, sino que escucha a María diciendo: “Haced lo que Él os diga” (Jn 2,5).

La nota Mater Populi Fidelis no es un freno a la devoción mariana, sino una invitación a redescubrirla en su esencia evangélica: María como discípula perfecta, primera creyente y madre que conduce siempre a Cristo. En un tiempo de polarización teológica y excesos devocionales, el Vaticano reafirma que la fe católica no necesita títulos grandilocuentes, sino fidelidad al misterio central del Evangelio: Jesucristo, único Salvador.

ePortadas

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