Las relaciones comerciales entre China y América Latina han experimentado un crecimiento sin precedentes en las últimas dos décadas. Este fenómeno ha creado nuevas oportunidades y desafíos para ambas regiones, modificando el panorama económico y político.
Desde la entrada de China en la Organización Mundial del Comercio (OMC) en 2001, el comercio con América Latina ha aumentado exponencialmente. En 2020, el volumen de comercio alcanzó aproximadamente 315,000 millones de dólares, una cifra que destaca el creciente papel de China como socio comercial crucial para la región. En comparación, el comercio total de Estados Unidos con América Latina fue de 758,000 millones de dólares, lo que subraya la creciente influencia china.
En 2022, las cifras continuaron en ascenso, con exportaciones latinoamericanas a China valoradas en 184,000 millones de dólares y bienes enviados desde China a la región estimados en 265,000 millones de dólares. Este intercambio comercial ha sido impulsado principalmente por la demanda china de materias primas, convirtiéndose en el principal socio comercial de Sudamérica y el segundo de América Latina.
La relación comercial presenta una notable asimetría: mientras que América Latina exporta productos básicos como soja, minerales de cobre y hierro, petróleo y carne bovina, las importaciones desde China consisten mayormente en productos manufacturados. Esto ha ampliado el acceso a bienes en la región, pero también ha planteado desafíos para la producción local, especialmente en sectores de baja y media tecnología.
Las oportunidades que han surgido de esta relación incluyen inversiones chinas en infraestructura y sectores estratégicos como energías renovables y electromovilidad. Sin embargo, la competencia con productos manufacturados chinos ha afectado negativamente a algunas industrias locales, provocando pérdidas de empleos y disminución de la producción.
Además, la creciente influencia de China en la región ha colocado a los países latinoamericanos en una posición compleja en medio de la rivalidad geopolítica entre Estados Unidos y China. Esta situación se ha reflejado en tensiones diplomáticas en países como Costa Rica y Guatemala, complicando aún más el panorama comercial.
La inversión extranjera directa (IED) de China en América Latina ha sido un factor clave en el desarrollo de infraestructura y explotación de recursos naturales. Según el Centro de Políticas de Desarrollo Global de la Universidad de Boston, estas inversiones, aunque beneficiosas, pueden acarrear riesgos debido a la influencia política que podrían conllevar.
Brasil se destaca como el principal socio comercial de China en América Latina, con un intercambio bilateral que alcanzó los 181,000 millones de dólares en 2023. Las exportaciones brasileñas, principalmente de soja, hierro, petróleo y carne bovina, sumaron 122,000 millones de dólares, resultando en un superávit comercial de 63,000 millones de dólares para el país sudamericano.
Las perspectivas para las relaciones comerciales entre China y América Latina son optimistas, con una proyección de que el comercio se duplique a 700,000 millones de dólares para 2035. Sin embargo, el crecimiento podría ser menos acelerado que en años anteriores. Es crucial que América Latina se enfoque en atraer inversiones en sectores de mayor valor agregado y en la creación de encadenamientos productivos para fortalecer su industria local.
En conclusión, las relaciones comerciales entre China y América Latina han evolucionado significativamente, brindando oportunidades y desafíos. El reto para la región será encontrar un equilibrio que permita aprovechar los beneficios de la creciente influencia china, mientras se protegen los intereses económicos y sociales de los países latinoamericanos.
Fuente: Prensa.ec
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