Al pensar en los impactos del cambio climático te podrán venir a la mente imágenes de incendios forestales incrontrolables o huracanes de intensidad inaudita. Pero existen cambios más sutiles, extendiéndose vastamente en espacio y tiempo, tan imperceptibles en el día a día que desafían nuestra comprensión.
En una narrativa digna de las páginas de Tolkien, donde los Ents, seres arbóreos conscientes, marchan para salvar su mundo, nos encontramos con un paralelo inesperado en nuestro propio planeta: árboles y ecosistemas completos están empezando a migrar a nivel global. La gran migración silenciosa es un fenómeno cuyas consecuencias apenas estamos comenzando a descifrar. Éstos son nuestros descubrimientos más recientes, publicados hoy mismo en la revista Nature y cómo llegamos a ellos.
Mi rol no solo como investigador sino también como comunicador climático y tejedor de redes de defensores del territorio me ha mostrado cómo cada persona y cultura percibe y valora su entorno de manera única. Pero el efecto que tendrá este proceso de desplazamiento de ecosistemas es a menudo omitido en las discusiones sobre economía y bienestar humano. Por ello me parecía crucial investigar el tema. Consciente de la necesidad de abordar esta migración silenciosa en mi investigación, me propuse darle voz a este fenómeno.
Para lograrlo, mi asesora de doctorado, Fran Moore y yo, conformamos un equipo interdisciplinario de ecólogos, científicos climáticos y economistas. Todos estábamos unidos por un objetivo común: desentrañar y comprender este complejo proceso desde múltiples perspectivas.
Al combinar distintas áreas del conocimiento científico construimos una narrativa coherente y verídica sobre las consecuencias de este desplazamiento de ecosistemas. Empleamos salidas de modelos computacionales avanzados que proyectan el movimiento futuro de las plantas y los integramos con evaluaciones económicas del valor de los ecosistemas en diversos países. Los resultados que obtuvimos fueron reveladores y, a la vez, alarmantes.
Encontramos que a medida que el cambio climático redistribuye los ecosistemas terrestres a lo largo del mundo, se espera una pérdida del 9% de los servicios ecosistémicos para el año 2100. Dichos servicios incluyen beneficios que obtenemos de la naturaleza. El aire respirable, el agua limpia que consumimos o la posibilidad de visitar los bosques saludables, son algunos de ellos.
Además, nuestro estudio revela que el cambio climático, a través de este proceso se espera que cause una disminución media del 1.3% en el Producto Interno Bruto (PIB) de todos los países analizados para el año 2100. De manera inquietante, descubrimos que el 50% más pobre del mundo sufrirá el 90% de este impacto negativo en el PIB. Por otro lado, las pérdidas para el 10% más rico de los países podrían limitarse a solo un 2%, mostrando una clara disparidad en cómo diferentes regiones del mundo enfrentarán las consecuencias económicas del cambio climático.
Este estudio, fruto de un esfuerzo colaborativo entre diversas disciplinas, no busca sembrar la desesperanza ni resignarnos ante las consecuencias de esta migración silenciosa. Por el contrario, nuestro objetivo es dar voz a este proceso a menudo ignorado.
- Buscamos contribuir a un entendimiento más profundo que pueda servir como un llamado a la acción para frenar el cambio climático.
- Queremos fomentar una mayor conciencia y empatía. Aunque es cierto que una parte de esta migración ya es inevitable, aún tenemos la oportunidad de mitigar su impacto y ser más solidarios en nuestra respuesta.
Este conocimiento debe motivarnos no solo a actuar contra el cambio climático, sino también a construir un mundo más justo y equitativo, donde la empatía y la cooperación sean la base para enfrentar los desafíos ambientales.
Fuente: National Geograpich
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