La cumbre del G7 en Canadá se enfrenta a desafíos diplomáticos sin precedentes, con tensiones comerciales entre EE.UU. y Canadá y conflictos internacionales como el Israel-Irán y la guerra en Ucrania en el centro de la agenda.
La cumbre anual del G7 se está desarrollando en la localidad montañosa canadiense de Cananaskis, con la participación de los líderes de los siete principales países industrializados: Estados Unidos, Canadá, Francia, Alemania, Italia, Japón y Reino Unido. El primer ministro canadiense Mark Carney ha entrevistado al presidente estadounidense Donald Trump y al canciller alemán Friedrich Merz previo a las discusiones.

La reunión ocurre en medio de tensiones comerciales entre Estados Unidos y Canadá, exacerbadas por comentarios de Trump que se refiere a Canadá como el “estado número 51” de EE.UU. Además, Trump ha expresado su arrepentimiento por la exclusión de Rusia del G8 en 2014, lo que ha causado malestar entre los líderes europeos.
El conflicto entre Israel e Irán y la guerra en Ucrania serán los temas centrales. El presidente ucraniano Volodymyr Zelenskyy y el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, participarán en las discusiones. Estados Unidos se opone a una resolución conjunta sobre el conflicto Israel-Irán, lo que hace prever la ausencia de un comunicado conjunto al final de la cumbre.
Líderes de países no miembros del G7, como el presidente brasileño Lula y la presidenta mexicana Claudia Sheinbaum, también asisten a la cumbre. Su presencia refuerza la importancia de abordar temas globales con una perspectiva multipolar.

Mientras Europa busca incrementar la presión sobre EE.UU. para que se une a las sanciones contra Rusia, Trump mantiene una postura crítica hacia el multilateralismo y las políticas colectivas. Esto podría complicar los esfuerzos por alcanzar consensos en temas como la ayuda a Ucrania y la gestión de la crisis entre Israel e Irán.
A pesar de las diferencias, se espera que el G7 logre acuerdos simbólicos que refuercen su compromiso con la seguridad mundial y la estabilidad económica. La ausencia de un comunicado conjunto podría reflejar la dificultad de alcanzar unidad en un contexto de crecientes tensiones internacionales.
La cumbre del G7 en Canadá sirve como un recordatorio de los desafíos que enfrenta la diplomacia multilateral en tiempos de incertidumbre. Mientras los líderes se esfuerzan por navegar entre posiciones divergentes, la capacidad del G7 para influir en la resolución de conflictos globales está más en tela de juicio que nunca. El mundo observa con atención si este grupo de países industrializados puede aún ser un actor relevante en la construcción de paz y prosperidad internacional.
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