Panamá abandona la iniciativa china en medio de tensiones geopolíticas, mientras otros países latinoamericanos profundizan sus lazos con Pekín
La ambiciosa iniciativa de infraestructura global de China, conocida como la Nueva Ruta de la Seda, enfrenta un momento decisivo en América Latina tras la sorpresiva salida de Panamá, en medio de crecientes tensiones entre Estados Unidos y el gigante asiático.

El proyecto, que ya supera el billón de dólares en inversiones globales, ha conseguido la adhesión de una veintena de países latinoamericanos, transformando el panorama económico regional con megaproyectos que van desde puertos hasta aeropuertos. Sin embargo, la reciente decisión panameña de abandonar la iniciativa, tras presiones estadounidenses, evidencia las complejidades geopolíticas que enfrenta la región.
“La influencia y el control del Partido Comunista Chino” sobre el Canal de Panamá, como lo describió el secretario de Estado estadounidense Marco Rubio, se ha convertido en el epicentro de una batalla diplomática que trasciende lo comercial. La vía interoceánica, por donde transita el 6% del comercio marítimo mundial, simboliza ahora el pulso entre Washington y Pekín por la hegemonía regional.
Los proyectos chinos en América Latina son tan ambiciosos como controversiales. En Perú, el megapuerto de Chancay, inaugurado en 2024 con una inversión de 3.400 millones de dólares, representa la magnitud de las apuestas de Pekín. Ecuador vio la reconstrucción de su aeropuerto internacional “Eloy Alfaro” en Manta, financiado mayoritariamente por capital chino tras el devastador terremoto de 2016.

Los bancos de desarrollo chinos han inyectado más de 150.000 millones de dólares en préstamos a la región durante los últimos 15 años. Sin embargo, críticos advierten sobre la “diplomacia de la deuda” que podría estar ejerciendo China, mientras Pekín insiste en su compromiso con la “sostenibilidad comercial y fiscal” de los proyectos.
El panorama se complica con el retorno de Donald Trump a la presidencia estadounidense y su enfrentamiento comercial con China. Los países latinoamericanos se encuentran cada vez más presionados a elegir entre las dos potencias, en una dinámica que podría redefinir las alianzas regionales.
La Nueva Ruta de la Seda, que comenzó como un proyecto de infraestructura inspirado en las antiguas rutas comerciales, se ha convertido en el campo de batalla de una nueva guerra fría comercial. ¿Podrán los países latinoamericanos mantener su autonomía en medio de estas presiones cruzadas, o deberán alinearse definitivamente con alguna de las potencias?
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