En el corazón del Centro Histórico de Quito, Ecuador, se alza un monumento que brilla con esplendor dorado y que lleva consigo siglos de historia y arte. La Iglesia de la Compañía de Jesús, con su arquitectura barroca y su cubierta de láminas de oro de 23 quilates, es una joya colonial que ha cautivado a visitantes de todo el mundo.
Desde su construcción por los jesuitas entre 1605 y 1765, hasta su declaración como Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO en 1978, esta iglesia es un tesoro que reluce en el corazón de Quito.
La Iglesia de la Compañía de Jesús es conocida en todo el mundo por su asombrosa arquitectura barroca y su revestimiento dorado. Su portada principal, labrada en piedra volcánica, es una de las máximas expresiones del barroco en América y el mundo. Cada centímetro del templo fue minuciosamente tallado y dorado con láminas de oro de 23 quilates por los talentosos artistas de la Escuela Quiteña, dejando una obra que maravilla a propios y extraños.
La Iglesia de la Compañía de Jesús no es solo un ejemplo de la habilidad artística de su época; es también un monumento religioso de gran relevancia en la ciudad de Quito y en la historia de la arquitectura barroca en América Latina. Fue construida en un período que abarca siglos, y su legado ha perdurado hasta hoy.
La UNESCO reconoció la importancia de esta iglesia al declarar al Centro Histórico de Quito como Patrimonio Cultural de la Humanidad en 1978. La Iglesia de la Compañía es una de las razones clave de este reconocimiento, destacándola como una joya única que merece ser protegida y admirada por las futuras generaciones.
La Fundación Iglesia de la Compañía de Jesús de Quito juega un papel vital en la preservación, conservación y difusión de la riqueza artística y cultural de esta iglesia icónica. Su compromiso asegura que esta joya arquitectónica siga brillando y continúe siendo un destino imperdible para los amantes de la historia y el arte.
Fuente: RLL / Prensa.ec