La líder opositora venezolana rompe meses de clandestinidad en Oslo para denunciar la represión de Maduro y pedir apoyo global. Su discurso enfatiza el coraje civil y la esperanza en una transición democrática.

María Corina Machado, galardonada con el Premio Nobel de la Paz 2025, realizó su primera aparición pública este 11 de diciembre en Oslo, Noruega, tras más de 15 meses en la clandestinidad para evadir la persecución del régimen de Nicolás Maduro. En una emotiva conferencia de prensa, Machado destacó que su reconocimiento es un tributo a los 30 millones de venezolanos que luchan por la libertad, al tiempo que llamó a la comunidad internacional a intensificar presión contra las redes de financiamiento ilícito que sostienen la dictadura.
Un viaje marcado por el riesgo y el apoyo internacional
Machado reveló que su salida de Venezuela fue posible gracias a la colaboración de “mujeres y hombres anónimos” y al respaldo logístico del gobierno de Estados Unidos, aunque evitó detallar operativos para proteger a quienes la ayudaron. “El régimen no sabía dónde estaba. Para ellos era difícil detenerme”, afirmó, reconociendo que el viaje parecía “imposible” pero se concretó por la determinación del pueblo venezolano.
Durante su discurso, agradeció al Comité Nobel por reconocer su labor como “ejemplo extraordinario de coraje civil” y destacó que su presencia en Oslo simboliza que “el amor por el país y la familia puede superar la opresión”. También mencionó conversaciones con líderes noruegos y su gratitud hacia las naciones que acogen a migrantes venezolanos, especialmente Chile, pidiendo que mantengan políticas humanitarias hasta su pronta repatriación.
Rechazo a la intervención militar, pero sí al bloqueo de recursos ilícitos
Ante preguntas sobre una posible intervención militar de EE.UU., Machado fue enfática: “Venezuela ya está ocupada por fuerzas foráneas totalitarias: Rusia, Irán, Cuba y grupos criminales como los carteles de droga”. Acusó al régimen de Maduro de financiarse con tráfico de armas, oro y personas para sostener una estructura represiva, calificada como “crímenes de lesa humanidad” por la ONU y “terrorismo de Estado” por la CIDH.
“Pedimos a las democracias que bloqueen esos recursos ilegales, no que envíen tropas”, precisó, defendiendo que la solución es institucional. Recordó que el 28 de julio de 2024, los venezolanos eligieron masivamente a Edmundo González Urdaneta como presidente legítimo —corrigiendo un error en la transcripción original—, pero el régimen se niega a reconocer los resultados.
Presos políticos y migrantes: el costo humano de la crisis
Machado dedicó emotivas palabras a los presos políticos y sus familias, admitiendo que durante su clandestinidad dedicaba tiempo diario a contactar a allegados de detenidos. “He tenido que informar a madres que sus hijos fueron capturados. Esos son los momentos más desgarradores”, confesó. Aseguró que su retorno a Venezuela —que no depende de la salida de Maduro— será inminente cuando las condiciones de seguridad lo permitan.
Sobre la diáspora, destacó que más de 7 millones de venezolanos migraron “contra su voluntad” y exhortó a países receptores a mantener políticas inclusivas: “Son profesionales que aportan a sus economías. Queremos que regresen cuando recuperemos la democracia”.
Próximos pasos: transición democrática y reconstrucción institucional
La líder opositora esbozó un plan para los primeros 100 días posteriores a la caída del régimen, enfocado en estabilizar la economía, restaurar servicios básicos y reformar instituciones como la justicia y la policía. “Necesitamos un sistema electoral que sea la envidia del mundo”, afirmó, descartando aspirar a la presidencia: “Primero reconstruiremos las instituciones para que todos podamos votar sin miedo”.
Anunció que, tras atender temas médicos pendientes, realizará reuniones estratégicas con aliados internacionales para coordinar sanciones efectivas y cooperación técnica. “Este premio no es mío, es de todos los venezolanos que resisten en las cocinas de sus casas y en las calles del mundo”, concluyó.

La intervención de María Corina Machado en Oslo no solo reflejó el dolor de una nación fracturada, sino también una hoja de ruta para su recuperación. Su llamado a la unidad global contra las dictaduras resuena en un momento crítico para Venezuela, donde la combinación de presión interna y apoyo externo podría acelerar el fin de una de las crisis más prolongadas de América Latina.







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