Hace aproximadamente 5,300 años, en las gélidas alturas de los Alpes de Ötzal, un hombre del Neolítico perdió la vida. Este individuo, conocido como Ötzi o el “Hombre de Hielo”, permaneció congelado durante milenios, y su cuerpo momificado naturalmente se convirtió en un tesoro arqueológico. En este artículo, exploraremos la vida, la salud y los misterios que rodean a Ötzi, cuyo descubrimiento en 1991 aún asombra al mundo.
Ötzi fue encontrado en septiembre de 1991 por alpinistas alemanes durante una excursión en los Alpes de Ötzal, en la región que hoy abarca Austria e Italia. Su cuerpo, excepcionalmente conservado debido a las extremas bajas temperaturas de la zona, ha brindado valiosa información sobre la vida en el Neolítico.
Este antiguo hombre tenía alrededor de 46 años en el momento de su muerte. Aunque su salud era delicada, sus condiciones eran acordes con su edad y la época en la que vivió. Era intolerante a la lactosa, sufría de caries dentales y padecía una artritis avanzada que, sin duda, le causaba intensos dolores.
Uno de los rasgos más notorios de Ötzi son los 61 tatuajes que adornan su cuerpo. Se cree que estos tatuajes, distribuidos estratégicamente, podrían haber sido parte de un tratamiento para aliviar el dolor, similar a la acupuntura china.
El análisis de su última comida reveló una dieta peculiar con un alto contenido de grasas, además de carne, cereal y, sorprendentemente, helechos tóxicos. Estos detalles arrojan luz sobre las prácticas alimenticias de la época y las dificultades que enfrentaban para obtener comida.
Un estudio genético reciente proporcionó información adicional sobre Ötzi. Este antiguo hombre probablemente tenía una predisposición genética a la calvicie, presentaba piel y ojos oscuros y su ascendencia se rastrea hasta agricultores de la Anatolia. Estos datos genéticos nos ayudan a reconstruir su apariencia física y su herencia.
Fuente: RLL / Prensa.ec