El 9 de octubre de 1820, un evento trascendental sacudió la historia de Ecuador: la independencia de Guayaquil. Este acto audaz y valiente rompió los lazos coloniales con el Imperio español, dando lugar al surgimiento de la Provincia Libre de Guayaquil. A lo largo de los años, este acontecimiento ha dejado un legado profundo y duradero en la identidad nacional ecuatoriana.
La ciudad de Guayaquil, en ese momento, era un puerto estratégico con una reserva de más de 1.500 hombres, en su mayoría nativos de la provincia, que simpatizaban con la causa independentista. El movimiento de independencia fue impulsado por figuras influyentes como José de Antepara, José Joaquín de Olmedo y José de Villamil, quienes llegaron a Guayaquil para convencer a la sociedad de la necesidad de un cambio profundo en la estructura política y social de América.
En 1810, la lucha por la independencia se convirtió en un objetivo claro, con Venezuela proclamando su emancipación tempranamente. La mañana del 9 de octubre de 1820 marcó el momento decisivo en el que Guayaquil declaró su independencia de España. José Joaquín Olmedo asumió el mando político, mientras que Gregorio Escobedo lideró el aspecto militar de la Junta de Gobierno de la provincia.
La Provincia Libre de Guayaquil, también conocida como República de Guayaquil, abarcaba un vasto territorio que incluía las actuales provincias de Guayas, Santa Elena, Manabí, y más, desde Esmeraldas hasta Tumbes y desde el Pacífico hasta las estribaciones de los Andes.
La independencia de Guayaquil reavivó la lucha por la independencia de la Real Audiencia de Quito y se convirtió en parte de las guerras emancipadoras de Hispanoamérica. Además de liberar a la región, este evento dejó un legado significativo al institucionalizar un sistema de representación política a través de los “Electores de los Pueblos”.
Fuente: RLL / Prensa.ec