Desde su creación durante la Revolución Francesa en 1792 hasta su definición actual basada en la velocidad de la luz, el metro ha experimentado una fascinante evolución. Este artículo presenta una breve historia de cómo esta unidad de medida fundamental ha evolucionado para adaptarse a las necesidades de la ciencia y la tecnología a lo largo de los siglos.
En el siglo XVIII, dos enfoques competían por definir la unidad estándar de longitud: uno basado en la longitud de un péndulo, y otro en la medida de la Tierra. Con la Revolución Francesa en 1789, surgió el deseo de reemplazar las antiguas unidades de medida. En 1792, la Academia de Ciencias de Francia definió el metro como la diezmillonésima parte de la distancia desde el polo norte hasta el ecuador terrestre, pasando por París.
Inicialmente, el metro se definió en términos de la distancia desde el ecuador hasta el polo norte. Sin embargo, debido a la variabilidad en la gravedad local, esta definición se ajustó en 1799 utilizando una barra prototipo. En 1960, se adoptó una nueva definición basada en longitudes de onda de gas kriptón-86. La definición actual, adoptada en 1963 y modificada en 2002, se basa en la velocidad de la luz en el vacío.
Según la definición actual, el metro es “la longitud de la trayectoria recorrida por la luz en el vacío durante un intervalo de tiempo de 1/299 792 458 de segundo.” Esta precisión refleja la constante búsqueda de una medida coherente con los avances científicos.
El metro no solo es una unidad de medida, sino también la base para una variedad de múltiplos y submúltiplos utilizados en todo el mundo, como el kilómetro, centímetro, milímetro, micrómetro, entre otros. Su importancia y utilidad son innegables en la ciencia, la tecnología y la vida cotidiana.
Fuente: RLL / Prensa.ec
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