Ambas naciones firmaron la paz tras más de dos décadas de conflicto que debilitó a la monarquía española
El 7 de noviembre de 1659, representantes de la corona española y la corona francesa firmaron el Tratado de los Pirineos, poniendo fin a 24 años de guerra entre ambas naciones.
Este acuerdo de paz se gestó tras la batalla de las Dunas en 1658, cuando las fuerzas hispano-neerlandesas fueron derrotadas por Francia. Felipe IV de España se vio forzado a negociar con Luis XIV de Francia para poner fin al conflicto que había debilitado a la monarquía española.
Las conversaciones tuvieron lugar en la Isla de los Faisanes, ubicada entre Hendaya (Francia) y Fuenterrabía (España). Tras arduas negociaciones, se llegó a un acuerdo que zanjaba casi un cuarto de siglo de guerra franco-española, la cual se había iniciado en 1635.
El Tratado constaba de varias cláusulas que redeñnían los territorios y las relaciones entre ambos reinos:
- España cedía a Francia los territorios de Artois, así como ciudades estratégicas como Arras, Béthune, Lens y Thionville.
- Francia devolvía Cataluña, Rosellón y la Cerdaña a España. Estas regiones habían estado bajo control francés.
- El Rosellón pasaba a manos de Francia, mientras que España mantenía el control sobre el Condado de Barcelona.
- Se acordaba el matrimonio entre Luis XIV y la infanta María Teresa, hija de Felipe IV. Esta unión dinástica sellaba la paz.
- Se redefinían las fronteras entre ambos reinos, fijándolas en los Pirineos. De ahí el nombre del tratado.
Con la firma de este acuerdo, Francia emergió como la principal potencia de Europa, desplazando a España de esa posición. El debilitado imperio español perdía territorios clave y su influencia declinaba.
Mientras Luis XIV consolidaba su poder y se embarcaba en políticas expansionistas, la monarquía española entraba en una fase de decadencia, agravada por las crisis internas y la falta de un heredero fuerte tras la muerte de Felipe IV en 1665.
El Tratado de los Pirineos fue un punto de inflexión en la rivalidad franco-española y alteró el equilibrio de poder en Europa en la segunda mitad del siglo XVII. Sus cláusulas y consecuencias geopolíticas sentaron las bases para el surgimiento de Francia como potencia hegemónica en los años posteriores.
Fuente: prensa.ec
Comments are closed, but trackbacks and pingbacks are open.