Las primeras palabras del Papa León XIV y su llamado a la fraternidad universal
En un momento histórico que ha conmovido a creyentes y no creyentes por igual, el Papa León XIV ha pronunciado sus primeras palabras desde el balcón de la Basílica de San Pedro. Con un mensaje de paz y unidad, el nuevo pontífice ha extendido su saludo a todos los rincones del mundo, invocando la bendición de Dios sobre la humanidad y llamando a construir puentes de diálogo y amor

El discurso inaugural del Papa León XIV fue un llamado poderoso a la fraternidad y la paz. Desde el inicio, el Papa enfatizó la importancia de la paz de Cristo, una paz que él describió como “desarmada y desarmante, humilde y perseverante”. Citando las palabras de su predecesor, el Papa Francisco, León XIV continuó la bendición que Francisco había ofrecido a Roma y al mundo entero en la mañana de Pascua. “Dios nos ama a todos incondicionalmente”, afirmó, instando a los fieles a no tener miedo y a caminar unidos con Dios y entre sí.
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León XIV también se refirió a la necesidad de Cristo como el puente entre Dios y la humanidad, instando a todos a construir puentes de diálogo y encuentro. “El mundo tiene necesidad de su luz”, dijo, pidiendo a los fieles que ayuden a construir esos puentes para ser un solo pueblo en paz. El Papa agradeció a los cardenales que lo eligieron como sucesor de San Pedro, y se comprometió a caminar junto a ellos como una Iglesia unida, buscando siempre la paz y la justicia.
El Papa también se identificó como un hijo de San Agustín, citando las palabras del santo: “Con vosotros soy cristiano y por vosotros obispo”. Este mensaje de humildad y servicio resonó profundamente con los fieles presentes y aquellos que lo escucharon a través de los medios de comunicación. León XIV llamó a la Iglesia a ser misionera, construyendo puentes y fomentando el diálogo, siempre abierta a recibir a todos con amor y caridad.

En un momento particularmente emotivo, el Papa se dirigió a su querido Perú, reconociendo su nacionalidad peruana y estadounidense. Este gesto no solo fue un homenaje a sus raíces, sino también un llamado a la unidad y la fraternidad en un mundo cada vez más globalizado. León XIV instó a los fieles a ser una Iglesia sinodal, una Iglesia que camina junto a los que sufren, buscando siempre la caridad y la cercanía.
El discurso concluyó con una oración conjunta, pidiendo a la Virgen María que interceda por la Iglesia y por la paz en el mundo. El Papa concedió la indulgencia plenaria a todos los fieles presentes y aquellos que lo escucharon a través de la radio, la televisión y otros medios de comunicación. Este momento de comunión y oración colectiva fue un poderoso símbolo de la unidad y el propósito compartido de la Iglesia católica.
El discurso del Papa León XIV no solo fue un llamado a la paz y la unidad, sino también un desafío para todos nosotros a construir un mundo mejor. ¿Cómo podemos nosotros, como individuos y como sociedad, responder a este llamado y trabajar juntos para construir puentes de diálogo y amor?

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