En 1563, concluyó un concilio que marcó un antes y un después en la doctrina y las reformas de la Iglesia Católica.
El 4 de diciembre de 1563 finalizó el Concilio de Trento, una asamblea eclesiástica que redefinió la doctrina católica y estableció reformas cruciales frente a los desafíos planteados por la Reforma Protestante. Este evento se consolidó como el pilar de la Contrarreforma, dejando un impacto duradero en la estructura y el pensamiento de la Iglesia Católica.
Convocado en 1545 por el papa Paulo III, el Concilio de Trento respondió al cisma provocado por la Reforma Protestante liderada por Martín Lutero. Durante sus tres periodos de sesiones, extendidos por 18 años bajo los pontificados de Paulo III, Julio III y Pío IV, se debatieron temas fundamentales para reafirmar la fe católica y contrarrestar las críticas protestantes.
Entre las decisiones más trascendentales estuvo la reafirmación de la autoridad del papa, la interpretación de la Biblia únicamente por la Iglesia y la centralidad de los siete sacramentos. Además, se fortaleció la doctrina del libre albedrío frente a la predestinación calvinista y se defendió la transubstanciación en la Eucaristía.
En términos de reforma, se establecieron normas estrictas para el clero, exigiendo mayor formación y compromiso moral. También se reforzó el papel de los seminarios y se prohibió la venta de indulgencias, una práctica que había generado escándalo y fue una de las causas del surgimiento del protestantismo.
El Concilio no solo reafirmó los dogmas, sino que también impulsó una renovación espiritual que llevó a la consolidación de órdenes religiosas como los jesuitas, quienes desempeñaron un papel clave en la evangelización y la educación.
Aunque el Concilio logró unir a gran parte del mundo católico, también profundizó la división con los protestantes, perpetuando un cisma que transformó el panorama religioso y político de Europa.
¿Cómo influyen las decisiones del Concilio de Trento en el catolicismo contemporáneo?
Fuente: Prensa.ec
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