En el gélido invierno de 1912, la competencia feroz por conquistar el Polo Sur alcanzó su punto álgido con la expedición liderada por el capitán Robert Falcon Scott. La carrera, que enfrentó a la expedición británica Terra Nova con la noruega comandada por Roald Amundsen, culminó en tragedia y descubrimientos científicos significativos. El 17 de enero de 1912, Scott y sus hombres, llegaron al Polo Sur solo para encontrarse con la amarga realidad de que Amundsen los había superado por un mes. La expedición de Scott, marcada por la valentía y la fatalidad, dejó un legado científico que trasciende el tiempo.
La carrera al Polo Sur, en 1911, fue una gesta épica entre dos expediciones: la británica liderada por Robert Falcon Scott y la noruega comandada por Roald Amundsen. La expedición Terra Nova, encabezada por Scott, tenía el objetivo de alcanzar el Polo Sur en nombre del Imperio Británico y llevar a cabo investigaciones científicas en la región inexplorada.
El 17 de enero de 1912, Scott y sus hombres lograron el anhelado objetivo, solo para descubrir que Amundsen y su equipo los habían precedido. Este desenlace marcó el inicio de la tragedia para la expedición de Scott. Ninguno de los cinco expedicionarios británicos sobrevivió al extenuante viaje de regreso. Sus cuerpos y diarios fueron encontrados posteriormente, revelando los desafíos extremos que enfrentaron.
A pesar de la tragedia, la expedición de Scott dejó un legado científico duradero. Sus hallazgos proporcionaron datos cruciales sobre el cambio climático y la tectónica de placas. Las investigaciones llevadas a cabo en condiciones extremas contribuyeron significativamente al entendimiento científico de la región polar.
Fuente: Prensa.ec
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