El presidente Mulino reafirma la soberanía panameña sobre el Canal, mientras Trump amenaza y China expande su influencia en la región. ¿Quién gana esta batalla geopolítica?
En un mundo donde el control de las rutas comerciales es sinónimo de poder, el Canal de Panamá se ha convertido en el epicentro de una tensión geopolítica entre Estados Unidos, China y Panamá. Mientras el presidente José Raúl Mulino defiende la soberanía panameña, Donald Trump amenaza con recuperar el control y China estrecha lazos económicos con el país.

El Canal de Panamá, una de las vías marítimas más estratégicas del mundo, ha sido objeto de intensas disputas geopolíticas en los últimos años. Con más de 14,000 barcos transitando anualmente, esta ruta conecta los océanos Atlántico y Pacífico, facilitando el comercio global. Sin embargo, su importancia va más allá de lo económico: es un símbolo de poder y control.
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El presidente panameño, José Raúl Mulino, ha sido claro en su postura: “El Canal de Panamá es y seguirá siendo de Panamá”. Esta declaración llega en un momento crítico, cuando el ex presidente estadounidense Donald Trump ha insinuado la posibilidad de retomar el control del canal, alegando que Panamá ha permitido la influencia china en su gestión. Mulino ha rechazado estas acusaciones, afirmando que no hay soldados chinos operando en el canal y que las tarifas aplicadas son justas y transparentes.
Donald Trump ha revivido un viejo debate sobre la propiedad del Canal de Panamá. Durante su campaña, el ex mandatario sugirió que Estados Unidos podría recuperar el control de la vía interoceánica, incluso mediante el uso de la fuerza militar. Aunque expertos descartan esta posibilidad como una táctica de negociación para reducir tarifas, la retórica de Trump ha generado tensiones diplomáticas. Los tratados Torrijos-Carter, firmados en 1977, establecen la neutralidad permanente del canal y prohíben cualquier injerencia externa en su administración.

Mientras Estados Unidos y Panamá discuten, China ha estado ampliando silenciosamente su influencia en la región. Desde que Panamá cortó relaciones diplomáticas con Taiwán en 2017 para reconocer a Pekín, los lazos económicos entre ambos países se han fortalecido. Empresas chinas, como CK Hutchison Holdings, gestionan puertos clave en ambas entradas del canal, lo que ha generado preocupaciones sobre el acceso a información sensible y posibles riesgos de seguridad. Aunque Mulino ha negado cualquier control chino sobre el canal, analistas advierten que la presencia de China en la región podría tener implicaciones a largo plazo.
La ACP, entidad autónoma que gestiona el canal, ha sido clave en mantener su neutralidad y eficiencia. Sin embargo, los desafíos no faltan. La sequía provocada por el fenómeno de El Niño en 2023 obligó a reducir el tráfico marítimo, lo que afectó los ingresos y aumentó las tarifas. A pesar de estos obstáculos, la ACP ha logrado mantener el canal como una de las rutas más confiables y competitivas del mundo.
El Canal de Panamá sigue siendo un símbolo de soberanía para los panameños, pero también un botín geopolítico en la lucha por el control de las rutas comerciales globales. Mientras Mulino defiende la independencia de su país, Trump amenaza con recuperar lo que considera un activo estratégico para Estados Unidos, y China aprovecha para expandir su influencia en América Latina. En este escenario, la pregunta es inevitable: ¿Podrá Panamá mantener su soberanía sobre el canal en medio de estas presiones internacionales?
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