Descubre el fascinante viaje del cacao nacional, desde su origen hasta su reconocimiento internacional.
Desde las cálidas tierras ecuatorianas, el cacao resurje como un tesoro exquisito, cautivando los paladares más exigentes con su intenso aroma y su sabor incomparable. Merlyn Casanova, Directora Ejecutiva de Anecacao, nos guía a través de la fascinante historia y el impacto global de este fruto emblemático.
El cacao ecuatoriano ha sido durante mucho tiempo un secreto bien guardado, pero su fama ha traspasado fronteras. A medida que el mundo descubre su riqueza aromática y su calidad excepcional, el Ecuador se consolida como el origen de uno de los cacaos más codiciados del planeta.
Casanova explica que, contrario a la creencia popular, el cacao no es originario de México, sino de Ecuador. “Estamos trabajando con diferentes museos en países europeos, incluso en Canadá, donde tenemos presencia del Ecuador, y los hemos contactado para dejar muestras, enviar y seguir difundiendo y demostrando esto en otros países”, afirma.
El reconocimiento internacional del cacao ecuatoriano no es casualidad. Su calidad excepcional se debe a factores como el terroir, el clima y las técnicas de cultivo únicas. “Somos reconocidos como el mejor cacao, y así mismo lo incluyen en las recetas, a veces no solo con cacao ecuatoriano, pero tiene que tener una parte de nuestro cacao en las mezclas para realzar el chocolate”, comenta Casanova.
Sin embargo, a pesar de su prestigio global, el consumo interno de cacao en Ecuador es sorprendentemente bajo. Casanova revela que el consumo anual por persona oscila entre 6 y 16 barras, en contraste con países como Suiza y Alemania, donde se consumen alrededor de 11 kilogramos por persona al año.
Para contrarrestar esta tendencia, Anecacao y otros actores del sector están trabajando arduamente en la difusión y educación sobre los beneficios del cacao. El Museo del Cacao en Guayaquil, ubicado en la emblemática Calle Panamá, es un ejemplo de estos esfuerzos, donde los visitantes pueden sumergirse en la historia y la importancia de este fruto para el país.
Además, la feria anual “Chokao”, que se celebrará del 10 al 12 de septiembre en la Universidad Espíritu Santo, promete ser un verdadero festival del cacao. “Encontrarás todo lo que tiene que ver con cacao, mucha gente se queda sorprendida porque no conocían la diversidad de productos que se pueden elaborar con este fruto”, destaca Casanova.
Desde jugos y cosméticos hasta preparaciones gastronómicas innovadoras y bebidas alcohólicas, el cacao ecuatoriano demuestra su versatilidad y su potencial como producto de valor agregado. “Es más que una barra de chocolate, es un producto valioso que debe ser reconocido a nivel nacional e internacional”, enfatiza Casanova.
En el horizonte, Anecacao tiene ambiciosas metas para el sector cacaotero. Para el año 2030, esperan alcanzar las 500,000 toneladas de producción, un reto que implica trabajar en conjunto con el gobierno y otros actores para incrementar la tecnificación y la formalización de los productores, quienes representan más de 400,000 personas involucradas directa o indirectamente en la cadena productiva.
El cacao ecuatoriano no es solo un producto de exportación, es un legado cultural y un orgullo nacional. A medida que su fama se extiende por el mundo, también crece el compromiso de preservar su calidad y promover su consumo en el país que lo vio nacer.
Fuente: Portadas | prensa.ec
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