El 13 de enero de 1750, España y Portugal firmaron el Tratado de Madrid, también conocido como Tratado de Permuta, un documento crucial que redefinió los límites territoriales entre ambas coronas en América del Sur, estableciendo nuevas reglas en la colonización del continente.

El Tratado de Madrid, suscrito por Fernando VI de España y Juan V de Portugal, fue un hito diplomático en el siglo XVIII. Su principal objetivo fue resolver las disputas territoriales que surgieron debido al ambiguo reparto de tierras establecido en el Tratado de Tordesillas (1494). Este acuerdo de “permuta” pretendía trazar fronteras más claras basándose en el principio del uti possidetis, es decir, que las tierras serían asignadas según su ocupación efectiva por cada nación.
Entre las principales cláusulas, España cedió a Portugal el territorio conocido como las Misiones Orientales, que incluía siete pueblos guaraníes situados al este del río Uruguay. A cambio, Portugal renunció a la colonia del Sacramento, una fortificación clave en la región del Río de la Plata.
Sin embargo, el tratado no estuvo exento de polémicas y conflictos. La resistencia de los pueblos guaraníes, quienes se opusieron a abandonar sus tierras en favor de los colonos portugueses, desencadenó la Guerra Guaranítica (1754-1756), un enfrentamiento que evidenció las tensiones en torno al acuerdo.

Aunque el Tratado de Madrid marcó un avance en la diplomacia colonial, su vigencia fue efímera. En 1761, el Tratado de El Pardo anuló sus disposiciones, reavivando las disputas fronterizas. Aun así, el documento es recordado por sentar las bases de la futura delimitación territorial en América del Sur, un tema que seguiría siendo objeto de controversias hasta bien entrado el siglo XIX.
¿Cómo influyeron estos acuerdos en la configuración territorial de Sudamérica?
Fuente: Prensa.ec

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