Estados Unidos refuerza su presencia militar en Panamá para contener el ascenso de China en la región, pero ¿a qué costo para la soberanía panameña y la estabilidad regional?
El despliegue de tropas estadounidenses en Panamá, tras un acuerdo con el gobierno panameño, busca recuperar el control del Canal de Panamá y frenar la influencia china en América Latina. Sin embargo, la medida ha generado controversia y protestas en el país centroamericano.

En un movimiento que ha desatado polémica y tensiones diplomáticas, Estados Unidos ha desplegado tropas en Panamá tras firmar un memorando de entendimiento con el gobierno panameño. La medida, justificada por Washington como una estrategia para contener el ascenso de China en la región, ha reavivado debates sobre la soberanía panameña y el papel de EE.UU. en América Latina. Mientras el gobierno panameño insiste en que no ha cedido a presiones externas, organizaciones civiles han presentado demandas para declarar el acuerdo inconstitucional. ¿Estamos ante el inicio de una nueva era geopolítica en la región, o simplemente un capítulo más en la disputa entre las dos mayores potencias del mundo?
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El Canal de Panamá, una de las infraestructuras más estratégicas del mundo, ha vuelto a convertirse en el epicentro de una disputa geopolítica entre Estados Unidos y China. Desde su construcción a principios del siglo XX, el canal ha sido un símbolo de la influencia estadounidense en la región. Sin embargo, en 1999, el control del canal pasó a manos panameñas, marcando un hito en la historia del país centroamericano. Ahora, casi 25 años después, Estados Unidos parece estar retomando su interés en esta vía transoceánica, en un contexto de crecientes tensiones con China.
El memorando de entendimiento firmado entre Washington y Ciudad de Panamá permite la presencia de tropas estadounidenses en territorio panameño, además de reforzar la cooperación en materia de seguridad, incluyendo ejercicios militares conjuntos. Aunque el gobierno panameño ha defendido el acuerdo, asegurando que no implica una cesión de soberanía ni la instalación de bases militares permanentes, la medida ha generado un intenso debate en el país. Organizaciones civiles han cuestionado la transparencia del proceso y han presentado demandas para declarar el acuerdo inconstitucional, argumentando que vulnera la soberanía nacional.

El despliegue de tropas en Panamá no es un hecho aislado. Forma parte de una estrategia más amplia de Estados Unidos para contener el ascenso de China como potencia global y frenar su creciente presencia en América Latina. Desde la llegada de Donald Trump al poder en 2021, Washington ha intensificado sus esfuerzos para recuperar el control del Canal de Panamá, una infraestructura clave para el comercio mundial y, por ende, para la proyección de poder de cualquier nación.
Actualmente, una empresa con sede en Hong Kong controla dos de los cinco puertos del canal, lo que ha despertado preocupaciones en Washington. En marzo de 2025, el grupo inversor estadounidense Black Rock llegó a un acuerdo para adquirir estas instalaciones portuarias, pero la operación fue bloqueada por la Agencia Antimonopolio de China, lo que refleja la creciente rivalidad entre ambas potencias.
Para Estados Unidos, la presencia china en el canal no solo representa una amenaza económica, sino también una potencial vulnerabilidad estratégica. En caso de un conflicto bélico con China, el control del canal sería crucial para garantizar el flujo de mercancías y el despliegue de fuerzas militares. Por ello, Washington ha justificado el despliegue de tropas en Panamá como una medida necesaria para proteger sus intereses estratégicos en la región.
A pesar de las garantías del gobierno panameño de que el acuerdo no implica una cesión de soberanía, muchos en el país ven la medida como una retroceso histórico. Durante las negociaciones, el gobierno panameño insistió en eliminar cualquier referencia a una presencia militar permanente o a la instalación de bases estadounidenses. Sin embargo, la versión en inglés del comunicado conjunto, publicada por el Departamento de Defensa de EE.UU., omitió una referencia explícita a la soberanía panameña, lo que generó aún más desconfianza.
El despliegue de tropas en Panamá no solo tiene implicaciones para la soberanía panameña, sino también para la estabilidad regional. América Latina se ha convertido en un escenario clave en la disputa geopolítica entre Estados Unidos y China. En los últimos años, China ha incrementado su influencia en la región a través de inversiones en infraestructuras y acuerdos comerciales, especialmente bajo la iniciativa de la Franja y la Ruta de la Seda. Sin embargo, esta creciente presencia ha generado preocupaciones en Washington, que ve en ello una amenaza a su hegemonía en el hemisferio occidental.
En respuesta, Estados Unidos ha intensificado sus esfuerzos para contener la influencia china en la región. En 2024, Panamá anunció su retirada de la iniciativa de la Franja y la Ruta, en un movimiento que muchos interpretaron como una concesión a las presiones estadounidenses. Desde entonces, otros países de la región, como Argentina y Paraguay, han mostrado una mayor disposición a alinearse con Washington en su estrategia para frenar el avance chino.
La llegada de tropas estadounidenses a Panamá plantea preguntas importantes sobre el futuro de la región. ¿Estamos ante el inicio de una nueva era geopolítica en América Latina, marcada por una mayor presencia militar de Estados Unidos? ¿O es simplemente un capítulo más en la disputa entre las dos mayores potencias del mundo? Mientras tanto, la soberanía panameña y la estabilidad regional penden de un hilo, en un contexto de crecientes tensiones entre Washington y Pekín.
El despliegue de tropas estadounidenses en Panamá refleja la creciente rivalidad entre Estados Unidos y China, pero también plantea preguntas incómodas sobre la soberanía panameña y el futuro de América Latina. ¿Logrará la región mantener su autonomía en medio de esta disputa geopolítica, o se convertirá en un campo de batalla entre las dos mayores potencias del mundo?

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