Decisiones presidenciales y su impacto político

Los decretos presidenciales generan incertidumbre en la economía y la política del país, mientras el futuro de la nación parece depender de estrategias mal ejecutadas.

Carlos Sagñay de la Bastida, ex candidato presidencial

Carlos Sagñay de la Bastida, ex candidato presidencial, reflexiona sobre el impacto de los decretos ejecutivos en la actual crisis de Ecuador, señalando las contradicciones en la gestión del presidente Daniel Noboa y sus consecuencias económicas y sociales.

Ecuador atraviesa una de las crisis más profundas de su historia reciente. Las decisiones presidenciales, especialmente los decretos emitidos por el gobierno de Daniel Noboa, han generado controversia y descontento en diversos sectores de la sociedad. Carlos Sagñay de la Bastida, ex candidato presidencial, se ha pronunciado al respecto, criticando duramente las políticas adoptadas por la actual administración.

Sagñay afirma que la confianza en el liderazgo político se ha visto gravemente afectada. “Es lamentable que nuestros presidentes prometan cosas que luego no cumplen”, declara. Un ejemplo claro es la promesa de Noboa de vender el avión presidencial, que hasta la fecha no se ha concretado. Esto, según Sagñay, es un símbolo de la devaluación de la palabra en el país, donde las promesas se quedan en el aire mientras los problemas fundamentales permanecen sin solución.

La falta de cumplimiento de promesas afecta no solo la credibilidad del presidente, sino también la economía y el bienestar de los ecuatorianos. Sagñay señala que, en un contexto de crisis económica, destinar recursos a lujos innecesarios es una afrenta para la ciudadanía. “Ese dinero podría haberse destinado a la educación de los jóvenes”, asegura, poniendo en evidencia las prioridades distorsionadas del gobierno.

Carlos Sagñay de la Bastida, ex candidato presidencial

El crecimiento económico de Ecuador ha sido prácticamente nulo. Según el ex candidato, el último reporte del crecimiento económico hasta junio de 2024 indica un decrecimiento del 2,2%, lo que coloca al país en una recesión técnica. Las proyecciones del Fondo Monetario Internacional, que en marzo preveían un crecimiento del 0,1%, ya no parecen realistas. “Yo lo advertí en abril, antes de los apagones, y ahora, con las recientes interrupciones del servicio eléctrico, la situación se ha agravado”, comenta Sagñay.

Esta falta de crecimiento económico no solo afecta a las grandes empresas, sino también a las pequeñas y medianas que son el motor del empleo. “Las empresas están quebrando, y la delincuencia surge como consecuencia de la falta de oportunidades”, añade. Esta relación directa entre la falta de empleo y el aumento de la criminalidad organizada es una de las mayores preocupaciones de Sagñay, quien sostiene que los gobiernos sucesivos no han sido capaces de implementar políticas efectivas para revertir la situación.

Sagñay lanza una afirmación contundente: la economía ecuatoriana se sostiene, en gran parte, por las actividades ilícitas del narcotráfico. “Es triste decirlo, pero la delincuencia organizada es la que está generando empleo”, sostiene. La pobreza extrema y la falta de alternativas laborales han llevado a miles de personas a buscar sustento en actividades delictivas. Para Sagñay, este es un claro reflejo de cómo los sucesivos gobiernos han fracasado en garantizar un crecimiento económico inclusivo y sostenible.

En este sentido, el ex candidato critica la falta de políticas públicas para estimular la creación de empleo formal y combatir las causas estructurales de la delincuencia. “No se trata solo de aumentar la presencia policial, sino de atacar las raíces del problema, que son la falta de educación y empleo”, reitera.

Otro tema que Sagñay aborda es el centralismo que prevalece en la política ecuatoriana. Actualmente reside en Quito, y observa cómo la política del país se concentra en la capital, mientras que ciudades como Guayaquil, Cuenca y otras regiones quedan marginadas en términos de desarrollo y atención estatal. “En Quito, la gente tiene trabajos en el sector público, mientras que en Guayaquil, la prioridad es sobrevivir día a día”, apunta Sagñay. Para él, este centralismo es un obstáculo para el desarrollo equilibrado del país.

El panorama energético en Ecuador también es desolador. Con los apagones que azotan al país desde abril y que continuarán el próximo año, según las proyecciones, Sagñay se pregunta cómo es posible que el gobierno no haya previsto esta situación. “Reparar las termoeléctricas y mejorar la infraestructura eléctrica debió ser una prioridad desde el inicio del mandato”, critica. Además, señala que la dependencia del país en factores externos, como el clima y los precios del petróleo, ha expuesto aún más la vulnerabilidad de la economía nacional.

El precio del petróleo, actualmente en $67 por barril, también representa un desafío. Sagñay prevé una caída aún mayor en los próximos meses, lo que agravaría la situación fiscal del gobierno. Sin una fuente de ingresos estable y con un crecimiento económico negativo, las opciones del gobierno se limitan, y esto podría llevar a una medida drástica: la desdolarización. “Esto es algo que ya se ha planteado, y beneficiaría principalmente a los exportadores”, advierte.

Ecuador enfrenta una crisis multifacética que afecta a todos los aspectos de la vida nacional. Las decisiones presidenciales, lejos de ofrecer soluciones, parecen agravar los problemas existentes. Carlos Sagñay concluye que el país necesita un liderazgo que no solo piense en las próximas elecciones, sino en las futuras generaciones.

Las medidas actuales, si no se corrigen, solo perpetuarán los ciclos de crisis y pobreza que han marcado la historia reciente del país. ¿Será Ecuador capaz de revertir esta tendencia y encontrar una salida sostenible a su crisis?

Fuente: PORTADAS | prensa.ec

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