El proyecto “CHOCÓ” propone un enfoque comunitario para la prevención del delito en colaboración con las autoridades, enfrentando obstáculos de corrupción e inacción gubernamental.
Manuel Antonio Molina Mantilla, Director Nacional e Internacional de CHOCO, explica el ambicioso proyecto que busca empoderar a los ciudadanos para que se conviertan en agentes activos en la lucha contra la delincuencia en Ecuador. A través de la organización barrial y la colaboración con las autoridades, CHOCO promueve una red de líderes comunitarios encargados de vigilar sus sectores y reportar actividades sospechosas. Sin embargo, el proyecto enfrenta desafíos derivados de la corrupción institucional y la falta de apoyo gubernamental.
La inseguridad en Ecuador ha alcanzado niveles alarmantes, afectando tanto a las áreas urbanas como rurales. En este contexto, iniciativas como el proyecto de prevención antidelincuencial CHOCO, liderado por Manuel Antonio Molina Mantilla, han surgido como una respuesta comunitaria a la falta de acción por parte de las autoridades. Molina describe cómo CHOCO, inicialmente una agrupación ciudadana formada en 2005, se constituyó como una fundación un año después, con la misión de formar una red de vigilancia civil organizada en colaboración con la Policía Nacional y Comunitaria.
Desde su fundación, CHOCO ha capacitado a ciudadanos para documentar actos sospechosos y denunciar directamente a las autoridades y medios de comunicación. El proyecto propone la creación de líderes comunitarios en cada manzana, quienes, organizados por sectores, trabajan en conjunto para proteger sus vecindarios. “Cada ciudadano es un vigilante potencial”, señala Molina, quien subraya que cualquier persona, desde un ama de casa hasta un jubilado, puede ser un líder en su comunidad.
Sin embargo, el camino no ha sido fácil. Molina denuncia que durante una década de mal gobierno, la corrupción infiltrada en las filas policiales y gubernamentales obstaculizó la implementación de este proyecto, pese a los intentos de colaborar con las autoridades. Según Molina, “no nos escucharon porque no les convenía; había mucha corrupción dentro de la policía y el gobierno”.
A lo largo de los años, CHOCO ha presentado pruebas de corrupción dentro de la policía, muchas veces con el apoyo de otros ciudadanos que filmaron y documentaron casos de abuso. A pesar de esto, señala Molina, “las pruebas fueron ignoradas o escondidas por las mismas autoridades corruptas”. La realidad que describe el líder comunitario es preocupante: jueces y fiscales que aceptan sobornos, delincuentes que son liberados rápidamente tras ser arrestados y una falta de acción concreta por parte del gobierno para limpiar las instituciones.
Para Molina, uno de los principales problemas es la falta de depuración dentro de la Policía Nacional. A pesar de las promesas de los altos mandos, asegura que no se ha visto ningún esfuerzo serio por eliminar a los elementos corruptos dentro de las filas policiales. “Cambian comandantes como pañales, pero el sistema sigue igual de podrido”, comenta.
A pesar de la corrupción y los obstáculos, CHOCO continúa fortaleciendo su red de ciudadanos vigilantes. Un ejemplo de su efectividad es la reciente intervención de las autoridades en un caso de bomba en un barrio cerrado de Quito, donde, gracias a la organización comunitaria y la rápida acción de los ciudadanos, se evitó una tragedia mayor. “Nosotros no necesitamos pagar por seguridad privada”, afirma Molina. A través de plataformas tecnológicas como Shelly, han logrado conectar a los vecinos y organizar una respuesta rápida ante cualquier amenaza.
En lugares como Cumbayá, donde los negocios estaban acostumbrados a pagar altas sumas por seguridad privada, CHOCO ha demostrado que la autofinanciación y la organización comunitaria pueden ser alternativas viables y más efectivas. “Las sirenas comunitarias que instalamos han sido una de nuestras herramientas más útiles”, añade.
Molina insiste en que el éxito de la seguridad comunitaria depende de la participación activa de los ciudadanos. Con un enfoque en la prevención y en la denuncia anónima, CHOCO ha logrado no solo reducir los niveles de delincuencia en varios sectores, sino también recuperar la confianza de los ciudadanos en sus propias capacidades para protegerse.
Aun así, el director de CHOCO reconoce que el camino por recorrer es largo, y que el proyecto necesita más apoyo institucional y de la sociedad civil para lograr un impacto más amplio. “Hasta que no se limpien las instituciones de arriba, seguiremos siendo los ciudadanos los que tengamos que defendernos”, concluye. ¿Será posible que la organización comunitaria logre lo que las autoridades han fallado en hacer?
Fuente: PORTADAS | prensa.ec
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