El presidente Nayib Bukele ha anunciado un plan ambicioso para 2025: un presupuesto nacional completamente financiado sin recurrir a deuda externa. Sin embargo, el escepticismo crece ante la falta de detalles sobre cómo logrará esta independencia financiera.
El 15 de septiembre, durante un acto con la Fuerza Armada, el presidente salvadoreño Nayib Bukele anunció con gran entusiasmo que El Salvador dejará de adquirir deuda externa para financiar su Presupuesto General de la Nación en 2025. Según Bukele, el país ya no necesitará préstamos para cubrir sus gastos, lo que permitiría a la nación ser financieramente independiente. No obstante, este anuncio, presentado como un avance significativo, deja más preguntas que respuestas.
Si bien Bukele afirma que el presupuesto estará completamente financiado, los hechos recientes sobre el endeudamiento de su gobierno ponen en duda esta promesa. Según datos del Banco Central de Reserva (BCR), la deuda pública de El Salvador ascendió a 34,015 millones de dólares en 2023, lo que representa un 82% del PIB. Además, el endeudamiento sigue en aumento, con un incremento del 5.96% en comparación con el año anterior.
Durante su gestión, Bukele ha recurrido a la colocación de deuda en los mercados internacionales, como los 1,000 millones de dólares a un rendimiento del 12% en abril, lo que alivió las restricciones de financiamiento a corto plazo. Sin embargo, organismos internacionales, como Fitch, proyectan que la deuda salvadoreña podría alcanzar el 86.5% del PIB en 2026. ¿Cómo puede Bukele prometer un presupuesto financiado cuando el país sigue inmerso en una creciente carga financiera?
A pesar de las cifras alarmantes, Bukele no ha explicado cómo planea cubrir los gastos del próximo presupuesto sin recurrir a más deuda. El presupuesto aprobado para 2024 ascendió a 9,068.6 millones de dólares, pero tras varias reformas, superó los 13,000 millones de dólares. Sin un plan claro, surge la incertidumbre: ¿a qué sectores recortará fondos? ¿Cómo se financiarán los proyectos clave del gobierno sin afectar la inversión pública?
Bukele ha argumentado que su gobierno no gastará más de lo que produce anualmente. Sin embargo, la experiencia pasada demuestra que los presupuestos presentados a la Asamblea sufren modificaciones considerables. En 2021, bajo la mayoría parlamentaria de Nuevas Ideas, se realizaron 77 modificaciones al presupuesto, lo que incrementó los gastos en más de 1,000 millones de dólares. Esta tendencia de aumentar el gasto sobre lo presupuestado parece difícil de revertir en el corto plazo.
La apuesta de Bukele por un presupuesto sin deuda también parece un intento por calmar las crecientes críticas sobre el manejo económico de su gobierno. Aunque el presidente ha sido elogiado por reducir drásticamente la tasa de homicidios en el país, las preocupaciones sobre la economía siguen latentes. En su discurso, Bukele pidió a los ciudadanos que “se esperen” para ver una mejora en la economía, mientras el país sigue lidiando con los efectos de la deuda y la inflación.
Bukele ha prometido independencia financiera, pero no está claro cómo se logrará. La falta de detalles sobre las medidas que tomará para financiar el presupuesto plantea serias dudas sobre la viabilidad de este plan. Además, organismos internacionales han advertido que la situación financiera de El Salvador compromete su capacidad para acceder a nuevos préstamos, lo que podría limitar sus opciones a corto plazo.
El anuncio de Bukele sobre un presupuesto sin deuda para 2025 puede sonar prometedor, pero sin una estrategia clara, sigue siendo una promesa vacía. El Salvador enfrenta una carga de deuda creciente, y el gobierno no ha demostrado hasta ahora una capacidad para controlar el gasto sin recurrir a préstamos.
A medida que se acerca la fecha de presentación del presupuesto, la pregunta sigue siendo: ¿podrá Bukele cumplir con su promesa o será solo otro intento de distraer a la opinión pública? ¿Realmente El Salvador está en camino hacia la independencia financiera?
Fuente: prensa.ec
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